De Colombia a Euskadi, con billete solo de ida

 De Colombia a Euskadi, con billete solo de ida

El Departamento Administrativo de Seguridad señala que en el 2000 y 2001 salieron del país 282.000 colombianos cada año. Después de un largo periodo de descontrol, asesinatos, violaciones, secuestros y luchas de poder, el país está roto y cada vez son más los que se marchan con el objetivo de rehacer sus vidas en un lugar más seguro y luego llevarse a sus familiares. Uno de esos lugares es Euskadi, dónde viven 15.192 colombianos en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística.


Adrián G.G.


“Los grupos guerrilleros mataron a mi abuelo y dejaron ciega a mi abuela por negarse a darles sus tierras”, cuenta Carolina Muñoz Madrid. Carito, forma en la que sus amigos la llaman, acaba de obtener el título de graduada en Periodismo de la Universidad del País Vasco y tiene previsto comenzar un Máster de Periodismo Multimedia. Colombiana de nacimiento, abandonó su país de origen en el 2001 con tan solo seis años, de la mano de su hermana Yasmin de 18 y de su madre, Rosario. La situación en la que estaba su familia era, en sus palabras, “de pobreza extrema”. Desde entonces, ha vivido en España, primero en Santoña, luego en Santander y, desde el 2019, en Euskadi. “En mi primera semana trabajando y estudiando me encontré con un montón de gente súper amable y abierta”, resume al recordar sus inicios en este territorio. Llegó sola a Bilbao con 24 años y empezó a trabajar en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR. Afirma de forma rotunda, que hay muchos colombianos como ella que han huido porque la situación era “muy peligrosa”. Aun así, ha vuelto alguna vez a visitar a sus tías por parte paterna y ellas se han sentido asombradas al ver como Muñoz saca el móvil por la calle o pasea sola, algo habitual en su día a día. No entienden por qué no pueden vivir con esa tranquilidad en Colombia igual que su sobrina lo hace en Euskadi. 


Durante el 2000 y el 2001 se fueron 282.000 colombianos cada año, según el Departamento Administrativo de Seguridad en lo que se recuerda como uno de los golpes más duros para el país.“La semana pasada a mi primo, que sigue viviendo en el país, le golpearon, le tiraron al suelo y le apuntaron con una pistola en la cabeza para robarle el teléfono”, narra Alejandra (nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente), de 58 años. Ella vino a Euskadi en el año 2000, sola y dejando atrás a toda su familia. Vivía en Santiago de Cali, una de las ciudades más importantes de Colombia, y trabajaba para la empresa multinacional Johnson & Johnson. Comenzó como una empleada más, pero con el paso del tiempo consiguió ser responsable de planta y tener a 120 trabajadores a su cargo. A pesar de ello, tuvo que huir de su casa: “Mi ex marido me insultaba continuamente. Llegó un punto en el que no podía aguantar, me amenazó con matarme en varias ocasiones y sentía mucho miedo”. Recuerda que para ella fue uno de los peores momentos de su vida. 


Fuente: EITB


El estudio Homicidio de Mujeres realizado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia destaca que entre 2004 y 2008 la cifra de feminicidios llegó a 6.603 con una población superior a 41 millones de ciudadanos durante ese periodo (41.166.000 en 2004). Al mismo tiempo, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España, en Euskadi con una población de más de 2 millones de ciudadanos fueron asesinadas 13 mujeres por crímenes machistas, una diferencia notoria con el país latinoamericano. Este fue el principal motivo por el que Alejandra se fue de Santiago de Calí. Aun así, ella seguía sintiendo miedo ya que su ex pareja era piloto de avión y creía que “se las podía arreglar para encontrarla”. Finalmente, ese peligro se disipó cuando en 2007 él falleció. 


En aquella época sus dos hijos de ocho y seis años, tuvieron que ver marchar a su madre a otro continente para poder darles una mejor vida. Al recordar aquella despedida, esta mujer colombiana, no puede evitar emocionarse: “Fue el peor día de mi vida. Sentí como si me hubieran quitado una parte de mí, como si toda mi gente se hubiera muerto, pero en realidad no, y eso lo hizo mucho más complicado”. De lo que sus hijos no eran conscientes a su temprana edad era de la brutalidad que se estaba viviendo dentro del país. La revista del Instituto Nacional de Salud, Biomédica, señala en su estudio  Mortalidad por homicidios en Colombia, 1998-2012 que entre 1998 y 2003 la principal causa de muerte en el país era el homicidio. El punto más crítico fue en 2002, dónde se alcanzó la cifra de 31.807 defunciones. A partir del 2003 esa cifra empezó a disminuir, un 20,5 % solo con un año de diferencia, y no es casualidad. En 2004, el Gobierno del país latinoamericano comenzó unas negociaciones de alto el fuego con el Ejército de Liberación Nacional. A pesar de no haber logrado una tregua con este grupo, el 24 de noviembre de 2016 los dirigentes del país lograron firmar la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Sin embargo, el país latinoamericano sigue siendo conflictivo, situándose como uno de los 10 más peligrosos del mundo, según la web International SOS, plataforma global que evalúa todos los riesgos posibles al viajar a cualquier país.. Esta señala como “Riesgo Alto” ir a Colombia, al igual que Honduras, Venezuela y El Salvador. 


Alejandra: “Yo no he parido un hijo para que la guerra me lo quite”


El 19 de enero de 2018, el Ejército de Liberación Nacional o ELN atacó con explosivos una unidad militar colombiana de la Fuerza de Tarea Vulcano en Catatumbo, en el Norte de la ciudad de Santander. Este ataque se llevó por delante la vida del soldado profesional Robinson Lázaro Delgado, e hirió a dos más. Entre 2005 y 2022, según el Ministerio de Defensa Nacional en su informe Información de criminalidad, resultados operacionales y delitos contra las propias tropas, han sido víctimas de homicidios 265.272 miembros de las Fuerzas Públicas del país.. Desde 1886, en este país latinoamericano, el servicio militar es obligatorio para los hombres mayores de 18 años y tiene una duración de 18 meses. Los chicos que cursan bachillerato, 16-17 años, también tienen que cumplir el servicio militar, pero durante menos tiempo, 12 meses. Uno de los temores que tenía Alejandra cuando vivía en Santiago de Cali era ver cómo su hijo era arrastrado por todos los conflictos que tenía que librar el ejército colombiano. “Yo no he parido un hijo para que la guerra me lo quite”, señala. 


El Conflicto Interno Armado en Colombia dejó 450.664 muertos entre 1985 y 2018, según Hay futuro si hay verdad, un estudio realizado por la Comisión de la Verdad, entidad de estado que busca luchar y defender los derechos de las víctimas de esta guerra. Este trabajo aclara que, contando los registros no oficiales, los homicidios son casi el doble que los mencionados, alrededor de 800.000. Este trabajo muestra que durante ese mismo periodo 121.768 ciudadanos desaparecieron, 55.770 fueron secuestrados y hasta 7,7 millones fueron víctimas de desplazamiento forzoso. Todo esto provoca que las familias colombianas no quieran que sus hijos cumplan con esta obligatoriedad de realizar el servicio militar.


El Banco de la República señala que en el 2000 la tasa de desempleo de Colombia fue “histórica” con un 19,9%, siendo de las más altas del mundo


“Esta situación tan inestable hace que muchos empleos se vean destruidos y el paro en Colombia aumente”, señala Liliana Zambrano Quintero, antropóloga especializada en Colombia. La alta tasa de desempleo es otro de los principales motivos por los que los colombianos abandonaron su país. Esa fue la razón por la que Valeria (nombre ficticio para proteger a la fuente) de 46 años dejó Colombia, concretamente Calarcá, en el año 2000 en busca de una oportunidad laboral.“En mi tierra me sentía atascada porque debido a los diferentes conflictos no encontraba trabajo. Para mí fue algo duro de asimilar ya que los propios colombianos estaban destruyendo los puestos de trabajo de sus compatriotas”, cuenta esta colombiana que tardó en llegar a Euskadi. “Al principio llegué a Castilla y León y ahí trabajé en una casa como interna con una persona que padecía alzheimer. Era lo que me tocaba, así que me daba igual que empleo encontrara, yo solo quería ganar dinero para mandarlo a Colombia”, narra. Ella también tuvo que dejar atrás a sus dos hijos de cinco y un año. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística señala que la tasa de desempleo de Colombia entre julio de 2023 es del 9,6%, inferior a la de España con 11,6% (según el Instituto Nacional de Estadística) en el mismo periodo. Sin embargo a principios del siglo XXI había mucha más diferencia ya que en el país latinoamericano la tasa de paro fue histórica con un 19,9%, siendo de las más altas del mundo, según el Banco de la República.


Wilson de Jesús Castañeda: “La sociedad y los grupos armados nos acechaban, nos pegaban, nos violaban y nos mataban”


Las guerras internas, la violencia de género o la alta tasa de desempleo no son las únicas razones por las que muchos colombianos y colombianas han abandonado su país de origen en las dos últimas décadas. Otro de los motivos es el odio hacia las personas del colectivo LGTBIQ+. Uno de los colombianos que lucha contra esa inquina es Wilson de Jesús Castañeda, politólogo y responsable de Caribe Afirmativo, organización que defiende los derechos de las personas LGBTIQ+. Él forma parte de este colectivo tan atacado en su país y continúa ahí luchando por sus derechos y por los de sus compañeros. Una de sus principales labores es expandir su visión del conflicto interno de su país desde el movimiento LGBTIQ+. Por ello dio una charla el pasado 28 de marzo en el edificio “La Bolsa” en el Casco Viejo de Bilbao. “La comunidad LGBTIQ+ siempre se ha visto perseguida y en Colombia no iba a ser una excepción”, cuenta. Una de las ONG que colabora con su organización es Colombia Diversa, que registra 119 miembros del colectivo asesinados durante el año 2011. “Hay una gran cantidad de compañeros que han sido amenazados y agredidos solo por su orientación sexual. Tristemente, a veces la única salida es huir de Colombia porque nos pueden matar”, confiesa No hay registros de principios de este siglo que demuestren en cifras cuántas personas fueron asesinadas por su condición sexual, pero no significa que no los hubiera. “Las FARC tomó internamente una decisión de perseguir a todas las personas gays, lesbianas o transexuales hacia el año 2001”, explica el politólogo que le han confirmado sus fuentes dentro de la organización guerrillera. “No se vivía ni se sobrevivía porque la violencia nos atacó mucho, mucho… Dónde yo vivía, en San Juan, no me podía mover con libertad, no podía vestir como yo quería, no podía expresarme como a mí me hubiera gustado y todo por la sociedad y los grupos armados que nos acechaban, nos pegaban, nos violaban y nos mataban”.


A pesar de que la situación ha mejorado y las Naciones Unidas han nombrado a Colombia como el tercer mejor país de América en derechos LGBTIQ+, falta mucho por recorrer, según Castañeda. Los datos no hacen más que darle la razón: según Caribe Informativo, durante el 2022 se produjeron 145 asesinatos hacia personas LGBTIQ+. Durante ese mismo año y la primera mitad del siguiente en España, no hay ningún registro de ningún asesinato de este tipo, pero si que hay que de delitos homófobos como la agresión que sufrió en mayo de 2023 un matrimonio gay, precisamente colombiano, en Villanova, Gipuzkoa. A pesar de ello, la empresa Ipsos, que se encarga de la medición de datos, señala a España como el segundo país a nivel global con mayor porcentaje de población LGBTIQ+ con un 14%. En Colombia la situación no es así y por ello existen organizaciones como Caribe Afirmativo que además de publicar informes, investigaciones, mecanismos de seguridad o rendición de cuentas ofrecen lo que se conoce como Casas de Paz: “son espacios que permiten, desde la expresión artístico-cultural, superar las afectaciones que sufrieron las personas LGBTIQ+ en el marco del conflicto armado interno en razón de su orientación sexual, identidad y expresión de género diversa”. Con este tipo de ayudas se pretende “frenar” la persecución al colectivo.


Fuente: El Tiempo


Las razones para abandonar su país de origen son dispares, pero eso no significa que todas sean negativas. “Yo dejé mi país y vine a Euskadi porque me enamoré de un vasco y queríamos vivir juntos. Finalmente nos casamos y somos muy felices”, cuenta Liliana Zambrano. “Es cierto que hay gente que lo hace por interés, paga 5.000 euros a una persona de Euskadi para casarse y poder obtener los papeles. Lo siento, pero para mí eso no es migrar por amor”, asegura. El matrimonio fraudulento es un delito en suelo español y es castigado con una pena desde seis meses a un año en prisión. No hay datos que especifiquen cuántos de los matrimonios por conveniencia involucran a colombianos, pero sí que hay casos públicos, como la Operación Escarlata. En 2009 se hizo pública una red de la que formaban parte 11 iglesias que se encargaban de oficializar matrimonios falsos entre españoles y colombianos. Hubo 34 detenidos por concertar más de 100 bodas ilegales por las que recibían de cada una de ellas 10.000 y 12.000 euros. De esta forma los inmigrantes podían obtener un Permiso de Residencia en España y, posteriormente, gestionar su nacionalización. “Puedo llegar a entender el hecho de querer tener una situación regulada, pero de esta forma están engañando a todo el mundo”, concluye Zambrano.


Las razones para abandonar Colombia eran, y lo siguen siendo, diversas. Cada ciudadano tenía su motivo por el que optar a vivir en otro lugar que no fuera su hogar, tanto para bien como para mal. A pesar de que puedan compartir destino, la manera de aterrizar en él también son diversas.


Turbulencias y lágrimas


8.420 km. Esa es la distancia aproximada que hay entre Bilbao (capital de Bizkaia) y Santiago de Cali (una de las ciudades más importantes de Colombia). Todos esos kilómetros recorrió Alejandra en el 2000, cuando huyó de los peligros y amenazas en su país. Antes de tomar ese vuelo, tuvo que pasar por el momento más difícil de su vida. “Recuerdo que cuando nos estábamos despidiendo por mi cabeza solo pasaba la idea de volver a por mis hijos cuánto antes”, cuenta emocionada. 


“Pensé en ir a Estados Unidos, pero es mucho más complicado cruzar la frontera y poder mantenerse ahí que en otro lugar como España”, argumenta esta mujer. Una de las principales desventajas de ir a EEUU es el idioma, el inglés, mientras que en España es el mismo, el castellano. “Yo aquí me puedo comunicar como en Santiago de Cali y me entienden. Eso me ayuda tanto a relacionarme como a conseguir trabajo. En EEUU sería más complicado”. Más allá del inglés, en EEUU es obligatorio entrar con Visado (autorización que otorga un país, a un ciudadano extranjero, para entrar temporalmente al territorio) mientras que en España no es necesario desde el 2 de diciembre de 2015. Otra de las razones por la que los colombianos decidieron ir a España antes que a otro lugar, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, es por el atractivo que presenta el país europeo para integrar laboralmente al colectivo inmigrante.


Luisa Fernanda: “Creo que fui valiente a la hora de tomar esa decisión ya que dejé atrás a mi hija, mi mamá, mis amigos, mi tierra…”


A pesar de las facilidades para llegar a España, según los inmigrantes nunca es fácil dejar tu país. “No hay palabras para describir el dolor que llegué a sentir el día que dejé Pereira”, cuenta Luisa Fernanda (nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente), que llegó a España en 1999. “Creo que fui valiente a la hora de tomar esa decisión ya que dejé atrás a mi hija, mi mamá, mis amigos, mi tierra… pero siento que mereció la pena todo aquel sufrimiento porque finalmente logré recuperar a mi hija y traerla aquí”, añade esta colombiana que lleva 24 años viviendo en Euskadi. 


Fuente: IMER Noticias


Después de afrontar esa dolorosa, pero necesaria despedida, tocaba empezar un nuevo camino lejos de sus hogares, familias y amigos. Muchos de ellos se marcharon de su país de manera forzosa, casi sin poder prepararse, y llegaron aquí sin un plan previo.  La hermana de Carito que fue la que la trajo a España, es un claro ejemplo de todos aquellos que vienen a la desesperada, sin nada planificado. “Mi hermana mayor, con 18 años, me sacó del país por la situación de pobreza en la que vivía mi familia. Yasmine no sabía ni lo que era Euskadi, ni España, ni mucho menos Europa, solo quería buscar una mejor vida para mí y es lo que hizo”, narra. Igual de perdida que ellas estaba Luisa Fernanda: “Cuando llegué a España no conocía a nadie, no sabía a quién acudir, pero gracias a que abrí el periódico mi vida cambió”. Vi que había una mujer, María, que ofertaba empleo así que me puse en contacto con ella. Ofrecía trabajo como empleada de hogar y tras hablar con ella me dio el puesto”, explica y añade que va a estar toda la vida agradecida a esta mujer que “es una amiga”. En una situación similar se encontraba también Valeria que vino a Euskadi sin conocer a nadie y sin saber qué hacer en el momento que pisó tierra. “Al llegar conocí a un chico, Omar, que me ayudó a encontrar empleo y, básicamente, comenzar una vida aquí. Es la persona que a mí más me ha marcado ya que empezó siendo un amigo y con el paso del tiempo se ha convertido en mi marido y en papá de Martín, mi tercer hijo”, cuenta sonriente.


Alejandra: “Cuando llegué a Euskadi comencé a cocinar comida colombiana para un puticlub”


A diferencia de estas personas, Alejandra sí que contaba con alguien para que le ayudara al principio. “Al llegar me recibió un amigo, que vive en Las Islas Canarias. Disponía de una residencia aquí en Bilbao y dejó que me quedara”, explica. Cuenta que, después de estar con este amigo suyo para darle las llaves del piso, estuvo bastante tiempo sin nadie cercano. Eso, sumado a la lejanía de su familia le causó mucho dolor, pero tuvo que dejarlo de lado y ponerse a trabajar. “Cuando llegué a Euskadi comencé a cocinar comida colombiana para un puticlub. Yo la preparaba en casa de uno de los gerentes y él la llevaba a ese local. Luego empecé a trabajar en un bar por las tardes, y un día me enteré de que una señora de Getxo necesitaba a una chica para hacer un reemplazo de vacaciones. Dio la casualidad de que me iba a quedar sin empleo donde yo estaba trabajando y hablé con esa señora y empecé en esa casa”, explica y añade que estuvo trabajando ahí hasta el 2019. Recalca que tiene mucho que agradecer a esta mujer porque cuando retomó sus estudios, le dijo que no la iba a dejar sin trabajo. “Me comentó que fuera a su casa cuando a mí mejor me viniera, así que eso hice”.


La soledad y desorientación que experimentaron estas mujeres se explica con la poca cantidad de compatriotas que había en aquellos años. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el 2000, había 25,247 colombianos en España. Hoy en día, en el país hay 314.679 y gracias a este crecimiento, estos latinoamericanos han conseguido organizar una red social por todo el país.


Daniela: “Me quedé sin dinero y tenía que coger comida de la basura para sobrevivir”


Una colombiana que vino a Euskadi cuando parte de su familia ya estaba aquí es Daniela (nombre ficticio para proteger la identidad de la fuente) de 41 años, que llegó en 2018, no sin antes pasar por Chile. “Yo necesitaba empleo y mi vecina me comentó que en ese país había muchas oportunidades de trabajo, así que en 2012 puse rumbo hacia Chile”, explica. “Empecé a vivir en un piso junto a otras 11 personas. Tenía que dormir en el suelo del salón solo con una sábana. Me quedé sin dinero y tenía que coger comida de la basura para sobrevivir”. Tras 6 años en Chile, tomó la decisión de abandonar este país y de poner rumbo hacia España, concretamente a Euskadi. “Hablé con mi hermana, que vivía aquí y no paraba de insistirme en que fuera con ella. Le hice caso así que juntamos el dinero necesario y me vine”. En Bizkaia la esperaban su hermana y su prima, junto a otros familiares. “Mi prima fue la primera de toda nuestra familia en venir y la que sirvió de guía y de ayuda para que todos nosotros estemos hoy aquí”.


Para poder contribuir con el crecimiento de esta red social de colombianos, tanto en Euskadi como en España, es necesario que todos ellos regulen su situación. Para ello, uno de los pasos que es importante dar es obtener la nacionalidad española. 


Colombianos y españoles


“Es muy importante conseguir la nacionalidad ya que nos ofrece facilidades. Gracias a ella podemos traer a nuestros familiares aquí y podemos lograr empleo de una forma más sencilla”, cuenta Alejandra. Según la web de Abogados Expertos en Nacionalidad Española, los ciudadanos procedentes de Colombia deben de realizar una serie de pasos para la obtención de la nacionalidad, en base al proceso actualizado en octubre de 2015. Por norma general han de acreditar 2 años de residencia y superar la prueba de conocimientos constitucionales y socioculturales de España, CCSE, organizada por el Instituto Cervantes y presentar el certificado de nacimiento y de antecedentes penales. La prueba consta de 25 preguntas, es necesario tener 15 correctas y según este instituto, por lo general aprueba más del 70% de los candidatos. La primera oportunidad es gratuita y si se suspende, se puede repetir sin ningún coste otra única vez. Una vez hecho, se presenta la solicitud en la web del Ministerio de Justicia que agilizará el proceso. La resolución se obtiene en un plazo mínimo de 6 meses y máximo de 1 año. 


Alejandra: “Me acuerdo que cuando vine aquí a pedir el permiso de residencia yo amanecí literalmente haciendo fila en la calle Gordóniz, allá en la comisaría de Getxo”


Sin embargo, en el año 2000 no había páginas web que facilitaban este tipo de procesos. “Lo complicado no fue conseguir los requisitos necesarios, sino obtener una cita para poder solicitar la nacionalidad española. Me acuerdo que cuando vine aquí a pedir el permiso de residencia yo amanecí literalmente haciendo fila en la calle Gordóniz, allá en la comisaría de Getxo”, destaca Alejandra, que piensa que el trato que recibían era “inhumano”. “Te contestaba una máquina y eso te daba mucha impotencia ya que no podías hablar con nadie”, añade.


Fuente: ABC


Otra forma de tratar de obtener la nacionalidad española es contrayendo matrimonio con un ciudadano español.  La web del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación indica lo siguiente: La nacionalidad española por matrimonio se obtiene únicamente por residencia en España, de acuerdo al art. 22.2 d) del Código Civil que dice: "para la concesión de la nacionalidad española por residencia se requiere que la misma sea legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición y que el que al tiempo de la solicitud llevare un año casado con español o española y no estuviere separado legalmente o de hecho”. Así fue en el caso de Luisa Fernanda: “Lo conseguí al poco de estar aquí ya que me casé con un hombre español y eso facilitó todos los trámites”. Según el Instituto Vasco de Estadística, el 1 de enero de 2022, 86.626 residentes en la C. A. de Euskadi adquirieron la nacionalidad española y 20.184 (23,3%) eran de Colombia.


La obtención de dicha nacionalidad muestra que se es español, pero no significa que el ciudadano que la obtenga esté integrado en la sociedad. Es necesario pasar tiempo con la gente de aquí, aprender de su cultura y disfrutar de sus tradiciones, pero sin olvidar en ningún momento cuáles son sus orígenes. 


Bacanería con los vascos


Carolina Muñoz, llegó junto a su hermana y su madre a la costa mediterránea, pero se asentaron finalmente en Santoña, Cantabria. Allí, después de finalizar la educación primaria, Muñoz ingresó en el Instituto Manzanedo de Santoña. Se convirtió en la primera alumna extranjera en toda la historia del centro y eso tuvo repercusión en ella. “El primer día de clase todos mis compañeros me rodearon, empezaron a tocarme la piel y a preguntarme por qué era más oscura que la suya”, recuerda. Este no fue el único episodio discriminatorio que vivió ya que las burlas y acoso por su origen fueron constantes e incluso tres alumnas que iban con ella a clase la metieron en un contenedor junto a toda la basura que había dentro. “Entiendo que pueda chocar el contraste de mi piel con la del resto, pero lo que yo viví fue una pesadilla. En mi primer colegio, la única compañera que me apoyaba era Natalia, a la que agradezco mucho y que a día de hoy la considero mi amiga”, recuerda la estudiante. Finalmente llegó a Euskadi sola con 23 años con el objetivo de trabajar y de graduarse en Periodismo en la Universidad del País Vasco. “No es hasta que yo llego a Euskadi cuando dejo de sufrir bullying. Aquí desde el primer día me trataron bien todas las personas de mi alrededor y conseguí tener mi círculo de amigos vascos. Era la primera vez que me encontraba con personas que me decían cosas buenas de mi país”. Aunque cuente con doble nacionalidad, Carito se siente española porque lleva aquí desde los 6 años y es donde se ha criado.


Daniela: “Me sorprendí cuando fui a dar un paseo por la ría de Bilbao por la noche, regresé a casa y no había pasado nada”


Además de tener que luchar contra el bullying, también tuvo que adaptarse a una nueva cultura, tradición y sociedad. Los colombianos que llegan siendo adultos pueden ver las grandes diferencias que hay entre su tierra y Euskadi, en todos los aspectos. “Echo mucho de menos la comida tradicional colombiana ya que no se parece en nada a lo que hay aquí. Es cierto que hay varios restaurantes que tratan de simular estos alimentos, pero no tienen nada que ver con los originales”, confiesa Alejandra. Mesón Antioqueño, Sazón de mi Tierra o Melao de Caña son algunos de los restaurantes que hacen comida colombiana de Bilbao, pero que, según los nativos de Colombia, no es “igual” que la original como las achiras, el bocadillo veleño o el arequipe. Sin embargo, algo que los colombianos prefieren de aquí respecto a su tierra natal son los supermercados. “Yo ahora voy a comprar y hay de todo, carne, leche, pollo.... Me puedo dar un gusto si yo quiero y eso en mí país es casi imposible”, cuenta Daniela. A ella, en sus primeros días le impactó mucho “la vida” que tienen los bares de Euskadi. Dice que aquí los vascos se juntan en kuadrilla para hablar y preguntarse qué tal, mientras que en Colombia la gente va a cantar y bailar. Ella vino en busca de tranquilidad, y eso fue lo que encontró. “Me sorprendí cuando fui a dar un paseo por la ría de Bilbao por la noche, regresé a casa y no había pasado nada”, recuerda. Ese paseo no lo pudo dar con la ropa que normalmente llevaba en su país ya que el clima en el país latinoamericano y en este territorio es totalmente opuesto. Según la página web “Weather Spark”, la temperatura media de Colombia en un año oscila entre los 19º a 30º mientras que la de Bilbao es de 5º a 24º. Esta diferencia es una de las dificultades con la que los colombianos que vienen aquí tienen que lidiar. “Yo me acuerdo que en Cali iba prácticamente todos los días con una camisa de tirantes, sin sudadera ni nada, y con eso era suficiente, pero aquí solo cuando es verano y a veces ni eso”, exclama Alejandra. Cuando más notaban ese contraste de temperatura era en diciembre, que llegaba el invierno, la nieve… y la Navidad. “No fue hasta que llegué a España que conocí a Papá Noel y, años más tarde, al Olentzero. Debido a la pobreza en la que vivíamos en casa, nunca celebrábamos estas fiestas”, rememora Muñoz


Todos los colombianos tienen palabras bonitas de su tierra, a pesar de verse obligados a abandonarla. “Es una zona muy rica y diversa, pero que se ha visto rota y atacada durante mucho tiempo”, lamenta Alejandra . Ella destaca los bailes, la comida, los diferentes paisajes y sobre todo su gente humilde. Esto hace que sientan con orgullo su tierra y sus orígenes y que los echen de menos. “Tanto en Colombia como en más países de Latinoamérica nos gusta que haya contacto entre nosotros, tocarnos, aunque no nos conozcamos. Aquí la gente no es tan abierta en ese aspecto”, apunta Francy Fonseca socióloga y responsable de Colombia Euskadi.


Fuente: Deia


En Euskadi también hay días muy buenos y soleados en los que uno de los mejores planes es ir a la playa. Muchos de estos inmigrantes van en colectivo, que es un término utilizado en países de Latinoamérica, para referirse al autobús, para pasarlo bacano, equivalente a disfrutar. A pesar de compartir la misma lengua, hay expresiones que son propias de los colombianos, y latinoamericanos en general, que pueden dar lugar a malentendidos a la hora de comunicarse. “Muchos de los colombianos con los que tratamos, nos cuentan que tienen confusiones a la hora de expresarse en determinadas situaciones”, explica Francy Fonseca. “Cuando van a pedir en un bar, ellos suelen decir “¿me regalas un café?” y parece que quieren que se lo den sin pagar cuando eso no es así, simplemente es una forma que tienen de pedir algo”, detalla.  


Todos estos inmigrantes tienen que acostumbrarse a la vida que hay en Euskadi, su cultura y educación y según Andrea Ruíz , socióloga e investigadora que lleva años estudiando procesos migratorios, hace que su mentalidad cambie. “Por ejemplo, el perfil migrante en Euskadi es una mujer latinoamericana porque nuestro mercado de trabajo requiere personas que cuiden a los ancianos. Con la crisis en 2008 todo el tema de la construcción cayó en picado. Eso provocó que los maridos fueran los que se quedaran en casa y las mujeres fueran las que traían el dinero”, explica esta socióloga y añade que esta situación ayudó a que en Latinoamérica se redujeran conductas machistas. A pesar de ello, no siempre fue fácil y había maridos que no aceptaban esto. “Muchas veces los maridos hacían chantaje emocional a sus mujeres que iban a trabajar. Les decían “ya no eres cariñosa conmigo” o cosas similares y las hacían sentir mal”, apunta Ruíz.


Para tratar de ayudar con el lenguaje, en el conocimiento de la cultura y costumbres vascas y españolas o en los trámites para conseguir la nacionalidad existen asociaciones como la de Colombia Euskadi. Nacida en 2003, con el deseo de celebrar el día Nacional de Colombia el 20 de julio, la asociación cuenta con dos sedes, una en Vitoria y la otra en Basauri. Su función principal es que todos los colombianos que llegan a Euskadi se sientan totalmente integrados sin perder su espíritu y sin olvidar sus orígenes. Para ello, realizan diferentes actividades: un taller de Escritura Creativa, un taller de Comic-Nicando, el Coro Canta-Colombia, se les anima a formar parte del reparto de mercados del Banco de Alimentos de Araba o a fomentar la comunicación social, cultural e interactiva, a través de su blog y radio digital. Esta última recibe el nombre de Radio Prisma y en él tratan diferentes asuntos sociales, como por ejemplo el empoderamiento de la mujer o la lucha contra los bulos sobre inmigrantes. Tiene una sección de actualidad en la que se habla sobre noticias relacionadas con su país, que les puedan afectar. También cuentan con un apartado en el que aportan información y recursos de interés en materia de inmigración, asilo e interculturalidad de Álava, como puede ser el VI Plan Intercultural de ciudadanía, inmigración y asilo 2022-2025. “Creo que nuestra labor es muy importante para lograr su total inclusión en Euskadi”, resalta Francy Fonseca.


Carolina Muñoz: “Me comunicaron que mi papá había muerto por teléfono, en una cabina en medio de la calle”


Radio Prisma tiene como objetivo dar voz y protagonismo a los inmigrantes colombianos que están en el País Vasco, hacerles sentir más cerca los unos con los otros. Sin embargo, no es lo mismo hablar con un compatriota que con un hijo que se encuentra a miles de km. “Eran otros tiempos, era más difícil hablar con ellos, pero siempre que podía iba a las cabinas telefónicas, marcaba su número, que me lo aprendí de memoria, y hablaba”, recuerda Alejandra. Estas cabinas y los locutorios, locales que ofrecen servicio de telefonía e internet, eran claves para todos aquellos colombianos que vinieron hace 20 años ya que era la forma más económica que había para comunicarse con sus amigos y familiares que seguían en Colombia. “Me comunicaron que mi papá había muerto por teléfono, en una cabina en medio de la calle. No se me olvidará la impotencia de no haber estado en sus últimos momentos, de no haberle dado un abrazo, un beso…”, rememora Carolina Muñóz y afirma que esa ha sido la peor llamada que recibió. Para su familia estas llamadas suponían mucho dinero y solo se podían permitir máximo 2 al mes.


“Vivía más en el locutorio que en mi casa. Yo llamaba todos los días a mi mamá para poder hablar con mis niños y saber cómo se encontraban” relata Alejandra. Esta madre tenía que estar pendiente de cómo estaba siendo el desarrollo de sus hijos mientras se encontraba en otro continente. Cuenta, que lo pasaba muy mal cuando ellos estaban llorando y no podía estar ahí para “secar sus lágrimas”.


Madre a distancia


Según el anuario estadístico de extranjería, en el 2000 el 69,28% de los colombianos con autorización de residencia en vigor en España eran mujeres y algunas de ellas eran madres sin sus hijos. Aquí entra en juego lo que los sociólogos y antropólogos denominan como Maternidad Transnacional. “Se trata de la crianza de los hijos por parte de sus madres, que se encuentran en un país distinto”, explica Andrea Ruíz. Ella explica que esto es algo complejo y que para poder entenderlo es necesario ver ambas partes: la de la madre y la de los hijos. 


Entre llamada y llamada pasaba el tiempo y los niños empezaban a no ser tan niños. “Fue realmente horrible porque perdí esos años de crecimiento y desarrollo de mis hijos y nunca voy a poder recuperarlos”, dice Valeria. Su hijo tenía cuatro años cuando su madre se alejó de él y junto a su hermana de tan solo un año tuvieron que pasar parte de su infancia sin una figura materna presente. Por ello, ella tuvo que criarles a través de las llamadas, como si se tratase de un trabajo a distancia. Alejandra todavía se acuerda de lo que significaba para ella escuchar sus voces. “Mis hijos me preguntaban cuándo iba a volver a Santiago de Calí a verles en varias ocasiones. Era muy frustrante no saber qué responder a eso”, señala.


A pesar de llamar con frecuencia, estas madres no podían controlar lo que realmente hacían sus hijos. “Un día me llamó una de las vecinas de mis hijas para decirme que ellas estaban pasando hambre, que la mayor salía de casa a las ocho de la mañana y no regresaba hasta las diez de la noche. A mí eso me provocó un estado de nervios incontrolable, sufrí mucho y para mí fue lo peor”, cuenta Daniela.


Para la maternidad que estas madres tenían que gestionar, necesitaban las remesas, que son el dinero o los artículos que los migrantes envían a sus familiares y amigos en los países de origen. Según el Portal de Datos de Migración, suelen ser el vínculo más directo y mejor conocido entre la migración y el desarrollo. “Yo conocí a una madre latina que una vez se gastó mucho dinero en comprar unas zapatillas de la marca Nike para regalarlas a su hijo y la gente de aquí no la entendía”, recuerda esta socióloga dejando claro que no se trataba de un “comportamiento antieconómico” en el que se priorizan elementos supuestamente innecesarios para el desarrollo de los niños. Ella señala que, sus hijos, a pesar de no contar con una buena situación económica, se rodean de algunos niños que sí pueden permitirse otro tipo de “lujos”, como pueden ser estas zapatillas. “Esta madre no está malgastando el dinero en unas deportivas de una marca cara, lo que está tratando de hacer es que su pequeño no se sienta menos que el resto”, cuenta Ruíz. Ella deja claro que, mediante este regalo, se aseguraba que su hijo recibía el amor que ella le quería transmitir desde la lejanía. “No se entiende del todo hasta que no se está en esa misma situación”, añade.   El libro Remesas, género y desarrollo de Trinidad L. Vicente Torrado, Amaia Unzueta y la propia Andrea Ruíz, deja claro que, independientemente del contenido de esas remesas, en la mayoría de los casos representan “la exportación de amor y cuidado de las personas migrantes hacia sus familiares y se convierte en una importante vía para hacerse presente en la distancia”. 


Fuente: 20 minutos


Los locutorios y las llamadas fueron muy importantes para estas madres, pero no podían sustituir el calor del abrazo de uno de sus familiares. “Desde que me fui tenía en mi cabeza traer a mis hijos conmigo a Euskadi. Llegó un punto en el que yo no podía más y fui a Colombia a buscar a mis hijos”, confiesa Alejandra. En 2004, después de 4 años sin ver en persona a sus niños, volvió a por ellos y los trajo a Euskadi. Para ello se puso en contacto con el Instituto Colombiano de bienestar familiar y solicitó el permiso para poder sacarlos del país y se lo concedieron. Este fue el comienzo del reencuentro de sus seres queridos. 


La reagrupación familiar en el País Vasco se rige por las normas que se aplican a nivel estatal en España. Según la web de Extranjería y Nacionalidad Española, es necesario cumplir una serie de requisitos, entre los cuales se encuentra los siguientes: el residente tiene que haber vivido un año en el país de forma regulada y tener permiso para otro más, estar libre de antecedentes, tener una vivienda adecuada, disponer de empleo y tener unos ingresos mínimos del 150% en el IPREM (Indicador Público de Rentas de Efectos Múltiples) que representan la cantidad de 798,76 euros. Este indicador sirve para el cálculo de ayudas, subvenciones y prestaciones por desempleo. Cabe destacar que para los ascendientes del residente, los padres de ella por ejemplo, hay un requisito más, ya que es obligatorio que el residente haya vivido en España un mínimo de 5 años. 



Chau


En Colombia, para despedirse se suele decir Chau. Puede tratarse de una despedida a corto o largo plazo. También cabe la posibilidad de que sea un “hasta nunca” y eso se cumpla. El INE registró durante el primer trimestre de 2022 la llegada de 76.351 llegadas de colombianos a España, situándose como la principal nacionalidad de inmigrantes por delante de Ucrania y Venezuela. La alarma se ha encendido ya que en los últimos años el movimiento migratorio de las personas de origen colmbiano ha sido alto y contínuo.


Entre las personas que se marcharon del país latinoamericano a principios de este siglo se encontraba Valeria. “Hay muchos problemas, tanto por parte del Gobierno como por parte de los diferentes grupos armados, que hace muy complicado poder vivir bien”, apunta. Por esos motivos, familias como la de Luisa Fernanda huyen del país. “He conseguido que todos mis hermanos vengan aquí para que tengan una mejor vida y mi mamá viene muy a menudo a visitarnos”, indica. Otra de estas familias es la de Alejandra, con 37 miembros viviendo en Euskadi. Esta colombiana asegura que nunca más volvería a vivir en su país de origen porque todas sus relaciones afectivas han ido viniendo tras ella aquí. “Además de mis familiares y amigos y algunos compañeros con los que trabajaba en los 90 en Johnson & Johnson también han venido a Bilbao con sus seres queridos”. 


En 2023  mueren 73 personas al día de forma violenta en Colombia, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia


Es cierto que la situación conflictiva ha mejorado, pero siguen en alerta. El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, señala que al día mueren de forma violenta 73 personas. Todos estos asesinatos son denunciados por los líderes sociales del país, encargados de alzar la voz del pueblo. Luis Eduardo Timana es uno de ellos, o mejor dicho era, ya que el pasado 5 de julio fue asesinado y redondeó el dato a 100 líderes sociales asesinados en lo que va de año. “En ningún momento me he planteado volver a vivir a Colombia. Estoy mucho mejor aquí en Euskadi”, indica Valeria. Además, los femicidios siguen sumándose con al menos una mujer asesinada al día por un hombre (o varios) según la Procuraduría General de la Nación, que señala que en la primera mitad del 2023 se han registrado ya 213 asesinadas y en 2022 se alcanzó la cifra de 614. Por otro lado, según el Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos de Personas LGBTIQ+ en Colombia dirigido por Wilson de Jesús Castañeda Castro, en 2022 5.501 personas de la comunidad LGBTIQ+ fueron víctimas de violencia por su orientación sexual. Todo ello hace que el flujo migratorio no cese. 


“Yo no sé cómo todavía hay gente que puede seguir viviendo con todos los conflictos que hay”, señala Alejandra, que a pesar de haber dejado su país hace más de 20 años, siente que la inestabilidad continúa. En 2016 se firmó la paz con las FARC, pero nunca ha llegado ya que las disidencias de este grupo guerrillero no dejan de atacar, como en agosto de 2023 que mataron a tres policías en Morales, al suroeste del país. El peligro es todavía palpable por las calles de Colombia y por ello durante todos estos años esta madre no solo ha traído a sus hijos aquí, sino que más de una treintena de familiares han seguido su mismo camino. Al igual que ella son muchos los que, con el paso del tiempo, ven Euskadi como un lugar seguro. Según datos del INE, en el 2000 había 1.058 colombianos en tierras vascas y, 23 años después, hay 15.192. “Mi corazón siempre será colombiano pero mi hogar y mi familia están en Euskadi”.


1.1 Despieces


1.1.1. La chispa que prendió el estallido de violencia en Colombia


Para entender qué es lo que está pasando en Colombia es necesario conocer cuál fue el inicio que desembocó en la situación actual. En el siglo XIX, cuando las guerrillas de izquierdas, los liberales, se encontraban en el poder tuvieron que enfrentarse a los conservadores. Todos estos ataques se tradujeron en guerras civiles que provocaron una gran brecha en todo el territorio y en ningún momento hubo una autoridad que tuviera la soberanía total sobre todos los habitantes del país. Según el Banco de la República de Colombia, Jorge Holguín , el que fuera presidente de la República en Colombia entre junio y agosto de 1909, hizo recuento de los conflictos entre 1830 y 1903: sucedieron 28 entre los que estaban 9 guerras civiles, 14 guerras locales (aquella que se realiza psicológicamente contra un pueblo, por parte de fuerzas locales o internacionales), dos guerras internacionales con Ecuador, dos golpes de estado y una conspiración de golpe de estado. Según sus cálculos, todo ello dejó un saldo de 150.000 fallecidos. 


A principios del siglo XX las disputas entre liberales y conservadores continuaron por todo el país. En las elecciones de 1946, el líder del partido conservador, Mariano Ospina, resultó ganador, y decidió repartir el poder con los liberales, para frenar los conflictos, pero no dio resultado. Esto provocó uno de los episodios más violentos de Colombia: El Bogotazo. Todo empezó cuando, supuestamente, un albañil de 26 años llamado Juan Roa Sierra asesinó al alcalde de Bogotá, Jorge Elécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en el centro de la capital. Este joven fue asesinado por la muchedumbre y su cuerpo sin vida fue arrastrado por toda la ciudad, lo que dio comienzo a los disturbios. Incendios a edificios públicos, destrucción de archivos, asesinatos a funcionarios o fugas de presos fueron algunos de los actos violentos que ocurrieron. Paul Oquist, asesor estadounidense y ministro privado del líder del gobierno nicaragüense Daniel Ortega, en su investigación Violencia, Conflicto y Política en Colombia cuenta que 2.585 personas murieron en esa fecha en la ciudad y 48.000 en todo el año en el país.


España entró en juego en 1956 al albergar la firma de un pacto para el sistema turnista entre los liberales y conservadores, conocido como el Pacto de Benidorm. Al solo incluir a dos partidos políticos, la oposición no estaba de acuerdo y otros empezaron a coger fuerzas como el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) y Alianza Nacional Popular (ANAPO). El sistema solo se mantuvo hasta 1974 y comenzaron distintas reformas constitucionales que dieron como resultado el aumento de las tasas de interés, aumento de la especulación y la concentración empresarial.  


Fuente: XLSemanal


Mientras tanto, entre 1964 y 1974, influidos por el socialismo, se formaron para enfrentarse al gobierno conservador las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARCS), ideología marxista-leninista, terrorista y narcotraficante, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), influenciado por la Revolución Cubana y con el objetivo de instaurar el comunismo en el país,  Ejército Popular de Liberación Nacional (EPL), vinculado al partido comunista, y el Movimiento 19 de abril o El Eme (M-19 ), democrático y de carácter rural. Cobraron fuerza cuando la droga, en concreto la cocaína, permitió financiar material armamentístico que creaba ejércitos que hacían temer a todo el país. En 1982, el que era el entonces presidente de Colombia, Belisario Betancur, inició unas negociaciones con sus líderes para buscar la paz y estabilidad del país. Sin embargo, al mismo tiempo que sucedía esto, las FARC ampliaron sus frentes, principalmente con el inicio de su tráfico de cocaína. Ahí comenzó la guerra contra el narcotráfico por parte del Gobierno del país. Como respuesta, el Cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar causó terror hasta la década de los 90 dañando a los civiles mediante torturas, secuestros e incluso asesinatos.


Hasta agosto de 2023 los grupos criminales de Colombia han asesinado a 185 personas, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz


La situación empezó a mejorar gracias al Plan Colombia que se estableció entre 1999 y 2000. Según La Comisión de la Verdad, “Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda a Colombia por 1.300 millones de dólares, de los cuales un 80% estarían destinados a fortalecer la capacidad operativa de la Fuerza Pública y sólo un 20% a la asistencia económica y social”. A pesar de ello, los conflictos siguieron produciéndose en todo el país. Por un lado, los grupos criminales que se dedicaban al narcotráfico siguieron con su labor y por otro lado la lucha del Gobierno de Colombia contra las FARC continuó. Gracias al Plan Colombia, el Gobierno empezó sus negociaciones con el grupo ELN para conseguir una tregua en 2004.  A pesar de intentar alcanzar la paz tanto con el ELN y las FARC, no lograron llegar a ella y durante la primera década del siglo XXI los ataques de estos grupos no pararon hasta el año 2016. Finalmente, el Gobierno colombiano consiguió firmar la paz con las FARC el 24 de noviembre de 2016. Ese mismo año iniciaron unas nuevas negociaciones con el ELN que duraron dos años y que no llegaron a buen puerto.


En la actualidad la guerra continúa. El ELN sigue con su lucha y han aparecido disidencias de las FARC para mantener su legado. A esto hay que sumarle los Grupos Armados Organizados (GAO), que es la denominación que adquieren en 2016 las bandas criminales, y el crecimiento del narcotráfico. La agitación social que se vive en este país es incontrolable y esto deriva en múltiples protestas. Ante esto, la respuesta de los grupos criminales es masacrar: según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz en 2021 se registraron 96 masacres (matanzas colectivas) con 338 asesinados, en 2022, 94 masacres con 300 asesinados y en 2023 (hasta el 8 de agosto), 57 masacres con 185 muertos. Y, ante esto, la respuesta del pueblo es migrar: según Datosmacro, hasta el 2020, 3.024.273 ciudadanos han salido de Colombia, lo que significa un 6% de su población. Esto provocó que en 2020 el país latinoamericano se convirtiera en el número 90 de 196 del ranking de países con más ciudadanos emigrantes.


1.1.2. Remesas: Salvavidas para las familias colombianas 


No hay ningún estudio que muestre en cifras cuál es el porcentaje de los colombianos que han migrado que mantienen relación con su país de origen. Al igual que tampoco hay datos sobre los que han roto completamente con sus raíces. Sin embargo, hay un elemento que sirve de referencia sobre esta cuestión, que es el flujo de las remesas. Se trata de una fuente de ingresos importante para la subsistencia de las personas que se quedan en Colombia. El libro Remesas, género y desarrollo recoge un estudio de la Encuesta Nacional de 2008-2009 que indica que el 80% de la población receptora de las remesas que llegaban al país eran los hogares. Además, el 68,5% eran mujeres con una media de edad superior a los 40 años. Dentro de esta estadística entran, entre otras, Alejandra: “Yo trabajaba mucho para que mi familia, sobre todo mis hijos, pudieran sobrevivir”. Según este mismo libro de investigación, personas, principalmente mujeres, que se encontraban en una situación como la suya destinaban gran parte de lo que ganaban al bienestar de sus familias que residían en Colombia. Su trabajo señala que había mujeres que mandaban más del 75% de sus ingresos mensuales al país latinoamericano, quedándose con recursos muy limitados. Esto reafirma la importancia de la maternidad transnacional y de la mujer para sostener la red familiar de forma transnacional.


En 2003 los ingresos por las remesas alcanzaron su pico más alto en colombia con un 3,3% de PIB, según el Banco de la República


Un problema que algunas familias tenían era el reparto de esas remesas en su destino. “En nuestra investigación vimos como en muchos núcleos familiares habían verdaderas peleas por decidir quienes controlaban esos ingresos. No es fácil, sobre todo al principio, porque muchos de ellos nunca han visto tanto dinero junto en sus vidas y eso hace que no sepan gestionarlo bien”, apunta Ruíz. Por ello, los colombianos que se encuentran fuera del país tienen que tener claro a quién dejan como responsable de las remesas. “Yo todo lo que quería mandar se lo enviaba a mi mamá. Confiaba en que ella sabría de qué manera repartirlo y no me equivoqué”, indica Alejandra. Remesas, género y desarrollo recoge que, más de la mitad de los progenitores fuera del país decidieron mandar su dinero a sus madres. A día de hoy, estos envíos se pueden realizar mediante aplicaciones web como sendvalu o remitly, pero hace 20 años no existían y tenían que buscar otra forma. “Por un lado tenían los envíos bancarios y por otro los locutorios, pero ahora todo es mucho más rápido”, señala Ruíz.


“Las remesas han sido muy importantes para mi familia. Cuando mi hermana empezó a trabajar, no paraba de enviar dinero a Colombia y eso fue vital para que mis familiares no murieran de pobres”, destaca Carolina Muñoz. El Banco de la República indica que en el año 2000 el país obtuvo 1,6% de PIB en remesas. Con el aumento de la migración colombiana, también han aumentado los ingresos por remesas. En 2022, esos ingresos llegaron a 2,7% de PIB. Este informe destaca que, hasta el 2003 estas ganancias subieron hasta el punto más alto de su historia con 3,3%, pero que a partir de ese año hasta el 2014 la caída fue en picado hasta el 1,1%. Desde 2015 hasta 2022 estos ingresos han ido creciendo cada año. En lo que concierne a España, es junto a Chile y Estados Unidos, el país que más remesas ha enviado a Colombia desde comienzos del siglo XXI hasta el 2021, según las estadísticas del Banco de la República de Colombia. Esto indica que sí que hay relación entre los colombianos que se encuentran en el extranjero y su tierra, por lo menos en cuestiones de dinero.